¡Hola a todos! Tranquilos, no os voy a poner ningún examen. Pero hablaremos de ellos. Esos nudos en el estómago la noche antes, ese nerviosismo de ver que la gente se mira y se intenta chivar cosas, ese sentimiento de no saber si lo estarás haciendo bien o si la evaluación positiva, y esas preguntas típicas de: +¡Profe! ¿Me puedes explicar esta pregunta? - Antonio, ¿qué no entiendes? lo pone bien claro: choose one of these options. Efectivamente amigos, los profesores también nos sentimos así. Y es que diseñar un examen no es tarea fácil.
Parece que para los profesores "todo el monte es orégano", sin embargo preparar un examen lleva más trabajo del que parece. En primer lugar, el profesor tiene que pensar sobre qué va a hacer el examen. Si hace uno cada unidad, es más fácil delimitar los contenidos, pero si no, tiene que ponerse a ello. Una vez seleccionado, debe fijarse en qué contenidos debe incluir dentro del tema del examen. Sin embargo, esto no puede hacerse a la ligera, hay que tener en cuenta las directrices que marca el gobierno, tanto central como autonómico en las leyes vigentes. Es decir, tiene que hacer que dentro del examen aparezcan ciertos contenidos mínimos que dicta el sistema, pero adecuarlos a la diversidad de la clase, además de incluir otros contenidos que se esperan, y todo bajo una puntuación máxima objetiva de 10. ¡Un follón!
Cuando el profesor ha conseguido hacer el examen y los alumnos ya lo han completado llega "el más difícil todavía": la correción. ¿Cómo debes corregir? Si tiende a pensar que la correción debe ser totalmente objetiva pues lo que se intenta con los exámenes es precisamente eso, que los alumnos demuestren su progreso en una prueba objetiva. Sin embargo siendo totalmente objetivos, una puntuación de 4'99 sería un suspenso, sin importar la situación personal del alumno en ese momento, o el progreso y esfuerzo que ha desmostrado a lo largo del trimestre o curso. ¿Es eso justo? Yo creo que no. Debemos ser un poco más flexibles a la hora de evaluar a nuestros alumnos, y aprovechar esa evaluación como autoevaluación. Este es el único modo que tenemos de saber si realmente estamos haciendo bien nuestro trabajo.
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